Hacía bastantes días que no la veía, así que reservé una habitación en nuestro hotel.
A las 7, habitación 301, y colgué
Estaba muy excitado, deseaba verla, tocarla, necesitaba follármela........
Faltaban 5 minutos para las 7 y llamaron a la puerta; era ella
Tuve que reprimir mi excitación al abrir; allí estaba,
en medio de la puerta, subida en esos zapatos de vértigo
y con un vestido tan corto y provocador
que necesité tragar saliva para no arrancárselo de inmediato.
Su sonrisa, excitante, acompañaba a a unos ojos profundos y vivos;
sus piernas parecían no encontrar el limite del vestido
y su escote desafiaba lo imposible, escondiendo mi rubor.
Apreté muela contra muela, cogí fuerzas y le tendí mi mano para hacerla pasar
Cerré la puerta tras ella y me lancé a morder su boca con ansia
Al separar mis labios la abofeteé
"... no llegas a la hora zorra..."
y tras lanzarla contra la mesa, boca abajo,
levante su vestido y le arranque un precioso tanga de un tirón.
Su culo quedó a mi disposición, tembloroso, entre gemidos cortos
su cara restregandose contra la mesa me miraba
la pasión bullía en sus ojos mientras la lengua asomaba entre sus labios
No quise reprimirme y lo azote, fuerte, mientras cogía color
separé sus pies con los mios, cual vulgar cacheo
y deje caer mi saliba justo en su ano, despacio, muy despacio
El impacto provocó un estremecimiento
que recorrió su cuerpo,
sabía lo que venía ahora
y lo deseaba.
Mi polla dura y roja apuntó frente a su culo
y de un certero golpe entro en su cuerpo,
por su ano,
haciendo que por un instante separara los pies del suelo
y gritara de dolor
Comencé a moverla, empujando y soltando
incrementando el ritmo
ayudado por el baile de sus caderas
que aceptaban el juego
y deseaban el gozo.
La situación resultaba tan excitante
que mi orgasmo casi atropella al suyo,
coincidiendo en ese segundo de divinidad
que nos hizo sonreír.