NUESTRA

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Sabes?

No me preocupa escribir aquí.
No siento que estoy incumpliendo mi promesa de no molestarte y ayudarte a que me olvides.
Sabes por qué?
Porque si entras aquí es intencionadamente, a conciencia, asumiendo el riesgo de encontrarme.

Y estoy aquí, esperando.
No sé bien a qué o a quién. Pero no quiero irme.

Te extraño puta.
Te deseo y te suspiro.
Bebo de un último día, tremendo, espectacular, pero mi sed no minora.

Bueno ..... , un beso
Cuídate y sé feliz

viernes, 13 de diciembre de 2013

Cada vez que te veo

Sonrío. Me siento feliz.
Te deseo. Interiorizo. Te amo.
Te extraño y me invade la tristeza.
Dudas. Preguntas.
Enfado. Cabreo. Ira. Odio.
Viaje al corazón. Leo en tus ojos.

Sonrío.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Te deseo

No quiero volverte loco. ya lo estoy yo... por ti
Tu frase de despedida.

Ya estoy loco, por ti; no puedes volverme más.
Además me gusta.
No intentes privarme de ello.

Te amo, puta.
Te amo y lloro tu decisión.

 Sigo vivo... y pataleando.

Shuarma-Dame mas veneno-Grietas

Shuarma

lunes, 2 de diciembre de 2013

Resumo

No me cansaré de estar aquí,
esperando.
No arrastraré mi orgullo,
mas perseveraré.

Adornaré tu salida triunfal
con guirnaldas de dolor,
de colores brillantes
que escondan pesares.

Conseguiré medrar a costa de recuerdos,
rememorando.
Lucharé en silencio,
desde mi almena.

Espero no me leas,
por si de verdad te duele,
pero mi rincón es,
y llenarlo deseo.

Invertiré las sensaciones,
tornándolas al rojo pasión,
despellejando un gris solemne
y abandonándolo a su destino.

Quizás así, capte los significados,
comprenda los porqués,
interprete intenciones
y reconozca techos.

Amiga

No puedo dejar de releerla, sin escucharla, pues afloran destellos que oculto por tacharme de frágil.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Dejar a alguien a quien amas

Qué puede hacerme elegir el peor camino?
Por qué no lucho por mantener vivo lo que quiero?

Tú, luchadora por naturaleza,
rebelde e inconformista,
vital e impulsiva,
qué ocurre?

Me culpas y reprochas,
y aunque yo tuviera la culpa,
te rindes?

Quizás no quieras lo mismo que yo.


Recuerdas?

Hace unos años, tú me la enviaste
Te la devuelvo, porque hoy soy yo el que no puede ni quiere olvidarte.


lunes, 25 de noviembre de 2013

Gracias.

domingo, 17 de noviembre de 2013

lunes, 11 de noviembre de 2013

Pero qué poco valoras...

Me llamas para que me quede tranquilo?
En serio?
Para que sepa que estás bien?
No me jodas !!

Así valoras lo que siento?
Como estás bien.... ya me calmo.
Crees que eso es lo que me preocupa?
Sé la respuesta, pero no me gusta la que me vendes.

No puedes evitar que mis sentimientos hablen.
No pretendas amordazarlos y que no proteste.
Aunque terco soy razonable,
tu sinceridad podría convencerme.

No te creo

Asumo mi torpeza en entendimientos,
reconociendo mis carencias que me conducen a no comprenderte.
Pero me niego a cruzar los brazos.

Ahora mismo te odio.
Se que se me pasara.
La ira me enturbia, porque conozco tu juego.
Y me enerva pensar en ello.

No quiero y te lo repito, no quiero olvidarte(nos).
No me pidas paciencia, pues ando escaso de ella.
No me pidas tiempo.
Atrévete a ser sincera y háblame.

Cabreo? Si
Por qué? Porque sé lo que buscas
Hasta cuando? Lo mío, como las olas, va y viene
Lo tuyo? Dímelo tú.

No estoy provocando(te) nada;
expreso mi sentir, mi agobio.
Piénsame, puta, mi puta
Ven, te estaré esperando

viernes, 8 de noviembre de 2013

Ven y camina conmigo

Tiempo

Por prepotencia, sentenciaría como celos este mal.
Con racionalidad, cúmulo de malos momentos.
Subyugado por la rabia, como egoísmo.
Con amor, incomprensión.

Entretengo mi mente por no pensarte,
me dueles.
Y la enredo en búsquedas y porqués
y sólo consigo atormentarla.

Podría pasar por encima, de puntillas,
incluso cerrar los ojos;
pero me importas, mucho, todo
y no soy capaz.

Si son celos, que no envidia, comprensibles,
pero inconsecuentes.
La causa fue alentada y animada
(posiblemente con la boca pequeña),
la situación era previsible y próxima
y las consecuencias evidentes.

Hazlo, me decías;
estaré encantada;
quiero que llegue.

Y llegó.


Me inclino también por la aglomeración de infortunios.
Esta me consuela más.
Aquí estoy, de tu mano,
abrazándote.
No soltaré.
Jamás y menos ahora.


Egoísmo. Esa sí duele.
Me acusas de distanciamiento, de olvido.
Me tachas de insensible con el "nosotros".
Me culpas por antagonismo entre comportamientos.
Pero no puedes comparar situaciones tan dispares.
No es justo.


Y la más temida.
Te posicionas en mi tesitura y haces lo que te gustaría que yo hiciera?
Me das espacio que no te he pedido ni deseo?
Me alejas cuando te necesito cerca?

Bulle mi cabeza, casi mortificante.
Salto entre ellas, interactuo y las barajo.
Cuando veo luz y creo encontrar, derrumbe.


Qué temes?
Sabes qué eres para mi.
Qué envidias?
Te he dado y te seguiré dando todo
Qué quieres?
Que elija?


Si no es eso,
déjame estar a tu lado.
Quiero ofrecerte mi pecho para sostenerte,
quiero presionar tu mano al besarte,
quiero fundir nuestros cuerpos.

Estoy aquí, contigo.


Tiempo? Tiempo para qué?
No es tiempo, verdad?



Sea como sea y por lo que sea,
ya casi me da igual,
porque lo que me anima a escribirte,
a acercarme,
a lucharte....
es que te amo,  puta,  mi puta.

lunes, 4 de noviembre de 2013

lunes, 28 de octubre de 2013

Injusta

No tienes derecho,
no lo hagas.
Me hieres con frágiles celos
que no tienen razón de ser.

Tu caso es una burda repetición del mío;
paralelismo con idénticas intenciones.
Aunque con una diferencia significativa:
jamás creo haberte maltratado.

Me dueles, pero reconsideraré.
Mil detalles pueden malinterpretar una sensación,
un agrio sentir.
Será una mala tarde.

Enfadados malhumores no conducirán mi navío,
arrastrándonos a orillas abruptas
donde naufragios son corrientes.
Firmeza en el timón y mente lúcida.

Tu camarote invade mi barco,
haciéndolo atractivo y valioso.
Subas o no, vacío esperará.
Lo sabes.


jueves, 10 de octubre de 2013

Siento

Algo se repite día tras día
en cada contienda que vivimos,
en todas y cada una de las ocasiones,
algo que deseo se perpetúe.

 Lo parafraseamos a menudo,
incidiendo en su necesidad,
en la brillantez de su grandeza,
en la importancia de su existencia.

Algo que, superficialmente, parece ínfimo,
ya que ni ocupa espacio
ni exige dedicación,
pero que nos mantiene vivos.

Algo por lo que otros suspiran,
sin alcanzarlo,
envidiando a los afortunados que lo poseen,
mientras rebuscan en sus ingenios.

 ¿Sabes de qué estoy hablando?
Pregunto aún conociendo tu réplica
y por ello, porque quiero hacerlo, te lo diré.

La majestuosidad que nos envuelve
cada oportunidad que nos permitimos:
conseguir que cada vez sea diferente.

No busco responsables,
ni complejas teorías que lo interpreten,
tan solo lo vivo y disfruto,
mientras muero en tus brazos.

 De nuevo hoy llegó, sin molestar,
presentándose en silencio,
abrumándome con su magnitud y fuerza,
mientras elaboraba su estrategia.

Quizás la ceguera que me provoca
consigue que malinterprete mis sensaciones,
pero me invita a considerar que, además de diferente,
es superior a la que precede.

Hoy sentí como nunca,
con una desmedida intensidad,
que me lanzaba una y otra vez al vacío,
a un precipicio sobre el que floté.

Y tu estabas ahí, desconcertada, aturdida,
aferrándote a mi mano con fuerza,
clavándome las uñas ante el fantasma del miedo,
aunque segura y confiada en mi amparo.

Te miré a los ojos y sonreí,
leí en ellos,
vi felicidad y delirio,
reconocimiento y deseo,
entrega y satisfacción.

 Me confesaste levitación,
viajes a otros mundos,
aislamiento de lo profano,
espiritualidad sexual.

Te confesaré yo ahora,
que en trascendental vivencia
estaba a tu lado,
volando de tu mano,
sujetando tu cuerpo.

 Te amé.

domingo, 29 de septiembre de 2013

viernes, 13 de septiembre de 2013

¿Una historia real? Final

- Dúchate, nos vamos a cenar.
- Ponte el vestido blanco que me gusta y nada debajo.

El restaurante estaba frente al mar. La noche fluía adecuadamente. Tras la cena dimos un paseo por la playa. La llevé hasta una zona muy oscura y nos sentamos en la arena. Las olas casi acariciaban nuestros pies.
Me saqué la polla de los pantalones y le ordené que me la chupara.
- Muy despacio, con mucho mimo, le dije.

La verdad es que era una gran mamona. Le encantaba meterse una buena tranca en la boca y ponerse cachonda chupándola.

Me miró agradecida por el mandato impuesto y se coloco de rodillas entre mis piernas. La tomó entre sus manos para dirigirla a su boca.
- Las manos a la espalda, zorra

Inició ese movimiento de succión que sabía que me conducía a paraísos vírgenes. Mi pene creció rápidamente en su boca. Cuando llenaba su boca se estremecía, gimiendo de placer.

Le tapé la nariz, pinzándosela con mis dedos. Abrió la boca para tomar aire y llevó mi polla hasta su garganta. En este momento, le pase una pierna por el cuello aproximando su cara a mi pubis, aplastándola contra mi cuerpo.
Esa privación de aire nos llevaba a un elevado estado de excitación.
La mantuve varios segundos mientras provocaba que me pidiera que la liberara, moviendo mi erección en su campanilla.
Se zafó de la presa antes de necesitarlo. Sabía que lo haría. Le gusta auto castigarse; buscaba mi enfado y la pena impuesta. Hoy iba a complacerla.

La coloqué boca abajo sobre la arena. Le levanté el vestido dejando su culo a mi disposición. Cuando noto mi mano próxima a sus glúteos, tensó las piernas arqueando la espalda.
Tras el primer azote, su nalga enrojeció rápidamente. Gimió. Esperé.
- Gracias Señor
- ¿Qué más, zorra?
- Uno. Gracias Señor
- Ahora si
Después llegó el segundo, el tercero, el cuarto... , repartidos en ambos glúteos.
Cuando contó veinte mis manos ardían y su culo estaba precioso: entre rojo y granate de color y muy caliente al tacto.

Me gusta poner mis manos en una nalga recién azotada.

Comencé a acariciar ese culo enrojecido con las yemas de los dedos. Crecía la excitación.
Busqué su entrepierna que se abrió para permitirme el acceso. La follé con mis dedos.
Mi erección buscaba libertad.
La puse como la perra que era, a cuatro patas, con el vestido cubriéndole la cabeza y la penetré con dureza. Asintió con sus movimientos de cadera y sus gemidos.
Continué follándola azotando su culo con cada embestida. Agarré su coleta a través del vestido obligándola a incorporarse. Tiré fuerte llevando su cabeza hacia mi y le dije:
- Toma mi semen, puta
Me derramé en su interior y le ordené que se corriera. Al notar mis espasmos, pidió permiso para correrse. Le fue concedido.
Caímos de lado sobre la arena con la respiración agitada y el placer brotando por los poros.

- Volvamos

En la habitación la desnudé, le puse el collar de perra y la até a mi muñequera con una cadena corta.
Me senté en el sofá a fumarme un cigarro mientras ella, a mis pies, los limpiaba de restos de arena.
Me levanté para ir al baño. La perra venía conmigo a todas partes. De pie, frente a la taza, comencé a hacer pis, bajo su atenta y cercana mirada, a cuatro patas junto a mis pies.
- Saca la lengua y acércate,
Aproximo su lengua al chorro de orina. Entonces lo desvié hacia su lengua, donde impacto de lleno.
- Vas a ser el wc de tu amo
De un fuerte tiron, puse su cara de lado sobre el canto de la taza. Seguí orinando ahora sobre su boca, que se llenaba rápidamente, desbordandose por sus comisuras.

Retuve la orina y le dije que se metiera en la bañera. De rodillas frente a mi seguí orinándole sobre los pechos.
- Abre el coño para tu amo
Dirigí mi pene para incidir en su clítoris. Se estremeció. Noté que su ardor crecía.
De nuevo subí el caño hacia su boca.
- Que no se pierda nada. Bébelo.
Con intermitencias en el chorro, llenaba su boca, esperaba que tragara y volvía a llenarla.
Por ultimo, mojé su pelo haciendo que le escurriera por la cara.

Cuando terminé, se la metí en la boca para que la limpiara.

La besé en la boca y le agradecí su buen comportamiento haciéndole saber lo orgulloso que me sentía de ella.
La duché delicadamente, poniendo especial atención en su cabeza y pelo que lavé durante largo tiempo. Después la envolví en una toalla y la tome en mis brazos llevándola hasta la cama, donde la deposité con sumo cuidado.
Le hice el amor dulcemente mientras le contaba lo contento que estaba con ella, hasta que nos quedamos dormidos.

sábado, 24 de agosto de 2013

¿Una historia real? 3ª parte

Mordisqueé su nuca durante un periodo indeterminado de tiempo, alimentando nuestro apetito sexual mientras retiraba el antifaz y la mordaza.
La ayudé a incorporarse y le expresé mi intención de jugar con las cuerdas.
- Lo que desee, Amo. Haga conmigo lo que quiera, pues soy suya
- Bien zorra. Empieza a interesarme acogerte, adiestrarte y modelarte a mi gusto; hacer de ti la esclava que anhelas y buscar la puta que llevas dentro, la cerda que sabrá complacerme con sólo mirarla.
- Gracias mi Amo
 La ubiqué en el centro de la habitación y le realicé un bondage de senos que los convirtió en el centro de atención: erguidos, duros, enrojecidos y muy apetecibles.Ella no dejaba de mirarlos y sonreía satisfecha.
Los pezones estaban tan duros que me resultó dificultoso aplastarlos entre las yemas de mis dedos.
Los atrapé con los dientes y tiré de ellos hacia arriba, duro, arrancándole un gemido que me supo a poco. Seguí apretando mientras metí dos dedos en su vagina.
Inconscientemente, comenzó a mover su cadera consiguiendo que mis dedos la follaran.
Con el dedo gordo aplaste su clítoris para demostrarle que el ritmo lo marcaba yo.
Cesó de inmediato y con lágrimas en los ojos me pidió permiso para correrse.
A la muy puta le encantaba que le recordaran cuando sobrepasaba los limites; esa reprensión la mojaba entera.
- Aún no, guarra. Ya te diré cuando debes correrte.
Busqué la cajita de las pesas y tras pinzarle los pezones le fui colgando diferentes pesos, valorando cada reacción con variaciones en el castigo aplicado.

Tiene unos cuerpo fantástico, tan deseable que siento tentaciones de mostrarla desnuda en la calle y que todos puedan verla.

Con los pesos que pudo soportar colgando de sus pezones, le ordené que abriera las piernas. Inspeccioné su vagina con mis dedos, penetrándola despacio, recreándome, dando golpecitos en su clítoris o amasándolo entre mis dedos.
Su entrepierna fluía. Aceleré la velocidad de mis juegos. Mis manos subían a mover las pesas de sus pezones, bajaban a su ano, presionaban su clítoris, entraban en su vagina.
La noté muy alterada, con la respiración agitada. Intentaba no moverse para evitar el tintineo de las pesas y el consiguiente tirón de los pezones.
Cuando estaba muy excitada, le abofeteé la cara y le dije:
- Ahora córrete para tu dueño, puta
Sin necesidad de tocarla, aquellas palabras desencadenaron un orgasmo que terminó de desarbolarla frente a mi.
Tuve que tomarla entre mis brazos para evitar que se derrumbase.
Cuando finalizaron las convulsiones de su cuerpo, mirándome a los ojos me susurró:
- Gracias mi Señor
Después, bajando su mirada me dijo que quería más.
- Crees que estás caliente perra, ¿verdad?
- Mucho, mi Señor
- No tienes ni idea de lo que es estar caliente, pero te lo voy a mostrar, zorra
La icé manteniendo sus piernas abiertas, coloqué un par de pinzas en sus labios vaginales y encendí una vela que puse en el suelo, entre sus piernas.
El calor subía haciendo que sus caderas bailaran.
Le colgué dos pesos en las pinzas de los labios.
Tomé su barbilla con una mano y mirándola a los ojos le ordené que se pusiera en cuclillas.
La llama quedaba a un palmo de su vagina. Las pesas casi la rozaban. El calor se hacía insoportable.
Tome la fusta y azote una vez cada pecho. La cadena que portaba las pesas osciló de un lado para otro, recordándole el dolor en los pezones.
- ¿Ahora estás caliente, puta?
- Ardo, mi Señor
Saqué mi erección a la altura de su cara. Como respuesta, ella sacó la lengua intentando alcanzarla. Retrocedí un paso.
- Ven
Ella se levanto.
- Así no. Como estabas.
Volvió a su posición y avanzó en cuclillas. Estiró su lengua rozando mi glande.
Retrocedí de nuevo. Me alcanzó de un nuevo paso. Abrió su boca y bajo su mirada. Llevó sus manos a la espalda y esperó.
- Bien puta.
De una sola embestida, metí mi polla en su garganta. La dejé inmóvil. Aguantó las arcadas.
Inicié un movimiento de caderas, enérgico y constante, follándome su boca. Cada golpe le clavaba el pubis en la nariz. Luego la sacaba hasta dejarla apoyada en su labio inferior.
Nuestra excitación creció acompasada.
Cuando estaba a punto de derramarme en su garganta, la saqué de su boca, le tomé la cara entre mis manos y le dije que se corriera conmigo.
Estaba tan excitada que apenas escuchaba. La abofeteé y tras escupir en su boca se la clavé de nuevo. Entre sus gemidos me corrí llenando su boca. Note como alcanzaba un nuevo orgasmo.
Cayó sentada de culo mientras se preocupaba de no derramar mi semen.
Le retiré las pinzas y pesos de pechos y labios vaginales, entre gestos de dolor y satisfacción
Cuando tragó mi néctar, le dije que me limpiara la polla con su boca.
Durante media hora estuve disfrutando de su boca y lengua en mi pene, testículos y ano.

miércoles, 14 de agosto de 2013

¿Una historia real? 2ª parte


Aproveché la intimidad del ascensor para rebajar la presión de las vibraciones y con mis ojos clavados en los suyos atrapé sus pezones entre mis dedos, retorciéndolos, mientras le decía que no olvidara que era una puta a mi disposición y que ahora empezaba lo bueno.

Forcé aún más el giro de mis muñecas para arrancarle un grito que acalló la apertura de las puertas del ascensor.

En el pasillo de la planta, frente a la puerta de la habitación, le dije que las perras no caminan a dos patas y agarrándola del pelo la obligué a ponerse de rodillas. De reojo revisó la presencia de alguien que pudiera verla. No te inquietes, le dije, ya he mirado yo.

 ¿Acaso no confías en mí? Le pregunté algo molesto mientras le impedía franquear la puerta.

Si Amo, lo siento mucho, discúlpeme, contestó ella incorporándose.

Una bofetada le hizo recuperar la postura. Entra perra, le indiqué, y quédate en el centro de la habitación hasta que te diga.

Sé que la humillación a que había sido sometida le excitaba, pero no quise otorgarle más prebendas de las necesarias y la tuve más de quince minutos hostigada por mi indiferencia.

Imaginé sus pensamientos y me recreé notando como  crecía su incertidumbre y su impaciencia.

Abrí mi maleta y busqué la mordaza que provocaba en ella sentimientos encontrados; por sus confidencias conozco el temor que les profesa y la excitación que le provocan una vez colocadas. Además, uno de mis fetiches es hacer babear a una mujer con una mordaza.

Sus ojos ratificaron mis sospechas hasta que me privé de su preciosa visión al colocarle un antifaz. Privar del sentido de la vista a una sumisa, aparte de ser un tópico, me posiciona en una situación muy excitante.

La incorporé tirando de su pelo hasta ponerla de pie y le dije que quería ver como se desnudaba para mí,  que quería ver la perra que llevaba dentro y que esperaba que fuera lo suficientemente convincente para que mis deseos por usarla no defraudaran las expectativas que tenía puestas en ella.

A pesar de que su boca no podía expresar, sé que sonreía halagada y consciente de que no me decepcionaría.

Comenzó a contornear su silueta, dibujándola contra la pared, con ese sutil movimiento de caderas que sabe que tanto me excita. Se recreó en lo que hacía, conocedora de lo que estaba provocando en mí y fue dejando caer su vestido con delicadeza.

Sus pechos agitados, mostraban unos pezones endurecidos. Su braga brasileña la hacía más sugerente. Sus manos fueron recorriendo su cuerpo tal y como lo haría yo, acariciando y pellizcando cada rincón.

Puse en funcionamiento la bala vibradora, variando la intensidad con movimientos de mi mano. De inmediato la memoria la traslado al grado de frenesí de la recepción y frotó con fuerza su clítoris mientras se pellizcaba un pezón.

¡Quieta!

Su inmovilidad fue inmediata e impecable. Los brazos a los costados, la cabeza inclinada hacia el suelo, las piernas estiradas y abiertas a la altura de los hombros. Petrificada, aunque en su cabeza bullían las posibilidades.

Me acerqué y levanté su barbilla para besarle la mejilla. Muy bien puta, veo que sabes qué eres y a quién perteneces.

Le apresé los pezones alargándolos hacia el techo hasta dejarla de puntillas. En el punto de máximo estiramiento los presioné. Las yemas de mis dedos casi se tocaban. Los retorcí. Babeaba.

Al soltarlos permaneció de puntillas. Bien zorrita. Seguro que estás empapada, ¿eh?

Mis manos buscaron su vagina; dos dedos la penetraron sin contemplaciones, lo que consiguió que aún se elevara un poco más. Chorreaba la muy puta.

Saqué la bala vibradora y de un solo gesto rasgué su braga, desposeyéndola de la única coraza que la apartaba de mí.

Empapados los dedos, jugaron con su clítoris, pellizcando y golpeando. La sentí tan entregada que cuando levantó la mano pidiendo permiso para correrse estuve a punto de complacerla.

Aún no. Espera.

La doble por la cintura llevando sus manos al sillón del que me había levantado. Tuvo que abrir las piernas para no perder estabilidad, ofreciéndome su culo.

Aproveché su excitación resbalando entre mis dedos, para penetrarle el ano con un dedo. Una sacudida facilitó el alojamiento del mismo. Comencé a masturbarla, aumentando progresivamente el ritmo.

Un hilo procedente de su boca empezó a  mojar el suelo. Su respiración era muy agitada. Dos dedos entraban y salían de su ano. Volvió a pedir permiso para correrse.

Ahora voy a follarte el culo, zorra. Te correrás cuando sientas mi semen en tu interior.

Gimió mientras se separaba una nalga con la mano. Liberé mi erección y la lubrique con mi saliva. Al notar la presión en la entrada de su ano, abrió más las piernas en súplica de que cumpliera mis intenciones.

La penetré de una sola embestida y en escasos minutos de conjunción, me derramé en su interior, provocando su obediente orgasmo. Caímos derrotados al suelo.

¿Una historia real?


Llegó a la estación acompañada de su marido. Tenía esa típica sonrisa nerviosa que implicaba el bullir de sensaciones que se agolpaban en su cabeza. Miró de reojo, buscándome, hasta que se cruzó con mis ojos, que la revisaban de pies a cabeza. Instintivamente relajó su expresión e inclinó la cabeza en demostración de su entrega.

Releí la portada del periódico, dilatando deliberadamente la tensa espera.

La noté crecer en ansiedad, sin encontrar el momento de subir al tren, mientras esperaba verme desaparecer en el interior del vagón. Sé que, en su desasosiego, me imaginó abandonar  la estación deleitándome con el castigo de robarle ese fin de semana que habíamos planeado.

Su excitación, histérica, crecía haciendo aflorar ese gesto de taconeo, al acercarse la hora de salida y comprobar la indiferencia y pasividad de mi expresión corporal.

Besó a su marido y subió al tren con la maleta en su mano izquierda y la incertidumbre en su entrepierna. No pudo mirar hacia el banco donde estaba sentado.

 Me acerqué por su espalda y apoyando distraídamente mi mano en su respaldo, atrapé sutilmente su pelo obligándola a mirarme. Sus ojos estaban cerrados pero sonreía, sabiéndome junto a ella.

Le indiqué con dulzura que estaba sentada en mi sitio y aprovechó el desplazamiento para dejar su vestido escandalosamente subido, cual ramera vendiendo su producto, mientras entreabría sus piernas para complacer mis deseos.

Cobijándome tras mi portátil, aproveché para recorrer sus muslos y demostrarle que comprobaría si había cumplido mis órdenes. Llegué a su entrepierna y me humedecí los dedos con su pasión. Cerró los ojos, ahogando un suspiro, mientras yo tiraba de su braguita y la sacaba de su vagina. Sutilmente la escondí en el interior de mi mano impregnándome de su aroma, antes de meterla en el bolsillo de mi chaqueta.

Según tenía previsto y aprovechando ese tramo oscuro del recorrido, la saqué de mi bolsillo y se la metí en la boca, susurrándole al oído que fuera al baño, se masturbara mientras la saboreaba y, tras correrse como una perra, se la pusiera y volviera al asiento.

La siguiente hora de viaje la pasamos charlando relajadamente.

 Apenas quedaban diez minutos para llegar a nuestro destino cuando le entregué una cajita y le ordené que fuera al baño y la abriera .

En su interior le esperaba una bala vibradora de control remoto que debía introducir en su vagina.

Vigilé su regreso y cuando apareció por el pasillo la puse en funcionamiento, arrancándome una sonrisa el espasmo que le provocó y sus intentos de disimularlo.

Cuando llegó a mi altura y me solicitó permiso para pasar, activé la máxima vibración retardando mi incorporación mientras la miraba directamente a los ojos. Un impulso eléctrico recorrió su espina dorsal. Apretó sus muslos y mordisqueó su labio inferior disfrutando del momento.

Jugando con diferentes movimientos de mi mano, que albergaba el control remoto, la fui llevando por diferentes estados de ansiedad hasta que, próximos a la entrada en la estación, le arranqué un nuevo orgasmo que silencié besándola profundamente y que la dejó tirada en el asiento como una muñeca de trapo.

Detuve el artilugio que, tras la tortura, le hacía brillar de una forma especial y la tomé de la mano para bajar del tren.

Estaba preciosa y sus ojos hablaban. Su sonrisa lo inundaba todo y no pude reprimir un azote en su trasero al subir al taxi.

 Llegando al hotel activé de nuevo la bala, con una oscilación suficiente para que no la olvidara. Me miró solicitando instrucciones, pero tan sólo encontró una sonrisa en mis labios que provocó tensión en sus piernas e imprecisas expectativas que arquearon su espalda mientras notaba la mirada del taxista a través del espejo retrovisor.

Durante el cheking en la recepción del hotel, soportó las atentas explicaciones del empleado sin dejar de mirar mi mano que, oscilando, dibujaba en el aire los estremecedores espasmos que sentía con cada variación de las vibraciones.

La vi apretar los puños, marcándose las uñas, por evitar lo inevitable (no te corras, le dije al cruzar la puerta giratoria del hotel).

viernes, 19 de julio de 2013

Otra vez

Reuniendo tu calor y mi deseo,
obtuve la pócima idonea,
que vigorósamente frote por el recuerdo
para darme placer.

La rigidez obtenida de tal evento,
sumada al encuentro previsto,
pasea dulce y temerosa
entre satenes desordenados.

domingo, 9 de junio de 2013

viernes, 26 de abril de 2013

Ellos

Pero tú qué te crees? Que no me dueles?
Cada segundo que te siento en otras manos,
cada ocasión que sospecho no ser el único,
cada pensamiento que me oscurece....
desaparezco.

Y sí, ya lo sé, no debo pretender exclusividad,
no tengo exención ni franquicia,
pero me atormenta este juego y deja de cautivarme,
me priva del deleite de lo que tenemos,
y me obsesiona.

La ira me toma y me lanza al vacio,
los celos muerden con crudeza,
duelo y por ende dueles.

Esto es lo que querías..
ahí lo tienes.

Mas no te preocupes (sé que no lo harás),
es un vaivén, quizás peligroso, pero sólo son altibajos,
llegan, se clavan y atormentan;
luego sangras, desinfectas y cauterizas.

¿Marcas? Sí, claro.
(muescas me gusta denominar a mí)...

Ya me conoces, se me pasa y me río de ello,
porque sé lo que soy y lo que significo para tí;
pero durante su infinitud, eterna, me rompen.



domingo, 14 de abril de 2013

Gracias

Un día más, otra vez, de nuevo,
nos miramos a los ojos y no tuvimos que decirnoslo,
siempre es diferente, distinto,
no me canso y quiero más.

Si busco explicación a este sentir
solamente hallo una convicente,
una que se sostenga con algo más firme
que los hilos de la casualidad.

Veo una pasión desbordante, arrebatadora,
loca y seductora, pletórica en su raiz,
incitadora y sensual, imaginativa,
creativa y, como no, compartida.

Esa pasión contagiosa, rebelde,
va dibujando nuestro caminar,
desechando incomodidades y quebrantos,
apartando óbices o trabas.

He crecido con ella, como tu (me dices),
me ha modelado y enriquecido,
y ha conseguido obrar camios en mí
que nunca hubiera sospechado alcanzar.

Y mis cambios te alcanzan y te perfilan,
llevándonos a donde queremos llegar,
y es ese premio el que nos conduce
al fenómeno de la disparidad en nuestro mar.

Te amo

lunes, 1 de abril de 2013

martes, 12 de marzo de 2013

lunes, 4 de marzo de 2013

Por ti

Te vi llegar, sonriendo, tan atractiva,
al acercarte, me sacaste la lengua
y mi cuerpo se tensó.

Deseo tus aproximaciones, sinuosas,
tan sensuales como tu mirada,
tan provocativas como tus piernas.

Las anhelo desde la primera vez,
recuerdas?
te viniste hacia mí y me devoraste.

las palabras se desordenan al rememorar-te,
agitadas y convulsas,
como mi deseo.

Te bajaría esa estrella,
por la que suspiras;
pero, aun eso, no evidenciaría mi debilidad por tí.


domingo, 24 de febrero de 2013

Hoy

Leí tus ojos al despedirte
y mordisqueé mi labio inferior,
me gusto tanto ....

Hoy encendimos los sentidos con tal poder
que los miedos ardieron fortaleciéndonos,
recreando esa espinosa fusión del paraíso en el infierno.

Mía o tuyo, apenas importa,
nuestros, mejor,
confundiendo placer y duelo,
batallando entre olas.

Con las diferencias medimos nuestros días,
pero siempre el mismo sentir al apurarlos:
"...cómo hoy nunca" susurro,
siempre distinto, afirmas.

Solamente confío
en que tú leyeras en mis ojos
lo que los tuyos me deletrearon.



jueves, 21 de febrero de 2013

De 1 a10

Los límites están para rebasarlos,para diluirlos en verdades
que expresan sentir,
pero me atrevo a medirte
y adecuarme al tópico.

Te pondré un 10 en deseo,
te pondre un 10 en lujuria,
te pondré un 10 en capacitación
pero tambien te pondré un 10 en complacencia,
porque me consientes excesivamente.

Me consientes incumplirte,
toleras mi simpleza,
me permites laxitudes
y me auxilias en mis carencias.


Te amo


martes, 19 de febrero de 2013

Sólo para ti

Este momento de soledad me anima a reclamarte,
eres mía, puta, y tengo ganas de tí.

Deseo explorar tu desnudez atada a nuestro momento,
mientras tu oscuridad agudiza las sensaciones,
mientras la música fluye en tus oidos, privándote de mi voz,
aunque sabes que está ahi, perforándote la dignidad.

Te inquieta saberme, aunque impredecible.
Te asusta no tocarme, incluso si tus manos volaran libres.
Te excita sentirte humillada y observada por mí,
mientras cada roce provoca autenticas descargas.

Me notas tras de tí, respirándote la nuca.
Tu cabeza, arrastrada por tus cabellos, recorre forzados caminos.
Unos dientes se clavan en tu cuello y gimes pidiéndolo todo,
pero sospechas no tener decisiones ni voto este día.

Sonrio, aunque no ves
Te cuento aunque no escuchas
Me alejo para repasarte
y verte crecer en deseo.

El humo traspasa el umbral de nuestra distancia
y te veo sentirlo e imaginarme.
Te golpea la incertidumbre, pesadamente,
desesperándote.

Galopan preguntas sin respuesta por tu cabeza,
mientras te envuelve la disciplina en un manto dolorido,
flagelado con pasión y ansia,
desde el mas profundo deseo.

Aceptas y asumes tu rol, de señora desposeida,
de perra en celo, de puta solemne,
que desea lo que sufre
porque sabe lo que viene.

Hoy, desde mi sillón, apurando el cigarro,
te recorro de pies a cabeza,
buscando una extensión de mí,
donde descansar mi rebenque.

Emanan mis ganas desde muy hondo
para vencer el hastío,
amándote cada segundo
prometiéndote el infinito.

Para ti.

viernes, 15 de febrero de 2013

Sólo una

Si solamente pudiera hacerte una cosa...........
Qué dilema!
 
Sé la buena, la que elegiría, pero te planteo dos posibilidades:
 
  •  Vendaría tus ojos y te aislaría del sonido del mundo con unos cascos y Nirvana. Te vestiría unicamente con mi collar de perra. Atando tus manos a la espalda te arrodillaria. Encendería mi cronómetro y dejaría pasar el tiempo observándote, mientras tu incertidumbre crece. ¿Hasta cuándo aguantarías?
  • Tumbados en la cama te besaria hasta que me doliera besarte.
Yo ya elegí. Y tú?