NUESTRA

martes, 21 de junio de 2011

POR FIN

Hacía bastantes días que no la veía, así que reservé una habitación en nuestro hotel.
A las 7, habitación 301, y colgué

Estaba muy excitado, deseaba verla, tocarla, necesitaba follármela........
Faltaban 5 minutos para las 7 y llamaron a la puerta; era ella

Tuve que reprimir mi excitación al abrir; allí estaba,
en medio de la puerta, subida en esos zapatos de vértigo
y con un vestido tan corto y provocador
que necesité tragar saliva para no arrancárselo de inmediato.

Su sonrisa, excitante, acompañaba a a unos ojos profundos y vivos;
sus piernas parecían no encontrar el limite del vestido
y su escote desafiaba lo imposible, escondiendo mi rubor.

Apreté muela contra muela, cogí fuerzas y le tendí mi mano para hacerla pasar
Cerré la puerta tras ella y me lancé a morder su boca con ansia

Al separar mis labios la abofeteé
"... no llegas a la hora zorra..."
y tras lanzarla contra la mesa, boca abajo,
levante su vestido y le arranque un precioso tanga de un tirón.

Su culo quedó a mi disposición, tembloroso, entre gemidos cortos
su cara restregandose contra la mesa me miraba
la pasión bullía en sus ojos mientras la lengua asomaba entre sus labios

No quise reprimirme y lo azote, fuerte, mientras cogía color
separé sus pies con los mios, cual vulgar cacheo
y deje caer mi saliba justo en su ano, despacio, muy despacio

El impacto provocó un estremecimiento
que recorrió su cuerpo,
sabía lo que venía ahora
y lo deseaba.

Mi polla dura y roja apuntó frente a su culo
y de un certero golpe entro en su cuerpo,
por su ano,
haciendo que por un instante separara los pies del suelo
y gritara de dolor

Comencé a moverla, empujando y soltando
incrementando el ritmo
ayudado por el baile de sus caderas
que aceptaban el juego
y deseaban el gozo.

La situación resultaba tan excitante
que mi orgasmo casi atropella al suyo,
coincidiendo en ese segundo de divinidad
que nos hizo sonreír.


lunes, 13 de junio de 2011

martes, 7 de junio de 2011

Maniobras orquestales en la oscuridad

Lucha cuerpo a cuerpo,
encarnecida y vibrante,
bebiendo el sudor del luchador contrario,
con la intención de debilitar su habilidad
o, quizas, por el placer de saborearlo



Sonrisas vencedoras 
seguidas de gritos sordos
empapan la arena del ruedo
que, a su vez,
enquista los movimientos certeros
del luchador caido,
vencido por si mismo



Qué gran noche la de aquel día,
ofrecida por la pasión y el deseo
de los luchadores, enamorados 
de su particular enfrentamiento

Hoy, con las primeras luces,
se ven los miembros desgajados
los cercos del liquido perdido
y las energias sesgadas por el desgaste

Dentro de un rato,
al caer la tarde,
volveran a verse
y retomaran la lucha