NUESTRA

lunes, 26 de septiembre de 2011

Saberte atrapada me excita
tender un hilo entre la humillación y el sometimiento
y hacerte caminar por él, desnuda,
enerva mis carencias y eleva mi ego.

Cuando miro tus ojos, desde arriba,
retenidos entre mis piernas
mientras tus pulmones ansían aire,
me transformas en él, en ese ser
capaz de todo lo que deseamos,
que domina con destreza
arrastrando espasmos y lagrimas.

Ese, que sin piedad, ama;
ese, que administra el placer
a un precio innegociable
y que sabe seguir cuando los demás paran;
ese que abofetea sorprendiendo
y te acompaña al cielo o al infierno;
ese que no pide, toma,
y nunca devuelve.

Estoy inquieto
he perdido la noción
desconozco el momento de la transición,
ni siquiera tengo la certeza del regreso

Soy él, mister hyde
el doctor no volverá

Atrapado en una fantasia agonizante

Atrapado, si, pero con una extraña percepción carcelaria
ya que la puerta está abierta y a mi alcance
y sin embargo ni siquiera la miro, ni la busco

Deduzco que no deseo finalizar lo que iniciamos
porque me atrae cual iman al hierro
y me duele cada destierro con creces

El compartir apenas un segundo en tu lecho
es la fantasía más anhelada
por hombres de toda índole
y yo, por contra, consigo empalagarla
y hacerla tediosa y rutinaria

Me alivia la certeza de grandes culminaciones,
de inolvidables faenas y merecidas ojeras
que, de vez en cuando, consumamos
encumbrándonos en invisibles pedestales

Y lo que agoniza es tu paciencia
que no mi empeño,
porque aunque cada vez es diferente
siento que queda lacónico en tu anhelo